Adaptación al frío
Con las variaciones meteorológicas repentinas que nos encontramos cada día con más frecuencia es muy importante ser conscientes de como nuestros cultivos pueden adaptarse más a periodos severos por frio. En esta resistencia al frio que corresponde a la especie y variedad cultivada; además de su grado de adaptación, existen niveles muy diferentes de sensibilidad y tolerancia en función de su estado de desarrollo.
Las bajas temperaturas invernales se producen en una época en la que los vegetales están en reposo y, en estas condiciones, soportan temperaturas muchísimo más bajas de las que pueden tolerar cuando se encuentran vegetando en primavera. Por esta razón, siempre que se hable de tolerancia o sensibilidad de una planta al frío debe relacionarse con su estado de desarrollo, ya que los efectos del frío pueden ser muy diferentes.
En términos generales, la mayor resistencia al frío se observa durante la parada invernal. La sensibilidad comienza con el inicio de la vegetación en primavera (movimiento de las yemas) y pasa por su punto más grave en la floración y cuajado de los frutos. Sigue siendo, asimismo, peligrosa la etapa en que los frutos tienen tamaño de guisante y de almendra. A continuación, el frio va siendo cada vez menos peligroso.
En esta gráfica se puede observar descriptivamente los efectos de la temperatura para algunas especies frutales:
*Adaptación de Pedro Urbano Terrón
Dentro del conocimiento de los momentos más sensibles de nuestro cultivo debemos separar nuestras acciones para prevenir los efectos del frio entre métodos indirectos y métodos directos:
Métodos indirectos
Situación y orientación de las zonas de cultivo
Desde antiguo el agricultor tiene una noción, sacada de la experiencia, de como y donde situar los cultivos en cada zona climática. Sin embargo, la introducción de nuevas especies y variedades en zonas en las que no se habían cultivado antes suele plantear problemas que se deben resolver.
Elección de especies y variedades resistentes
Una elemental prudencia aconseja, en los lugares más propensos al frío, la elección de aquellas especies y variedades que destacan por sus condiciones naturales de resistencia. Como sabemos, ésta depende de muy distintos factores y, en especial, de su constitución genética y características botánicas.
Operaciones de cultivo
Entre las labores más importantes en la defensa de las bajas temperaturas destacan la de escarda, ya que al eliminar la vegetación espontánea se reduce la radiación terrestre.
La fertilización y enmiendas del suelo pueden contribuir, asimismo, a la defensa de los cultivos.
El manejo del nitrógeno es muy significativo a este respecto y un exceso de este favorece el desarrollo vegetativo y puede colocar a las plantas en una situación muy desfavorable. En este aspecto es importante remarcar la acción de nuestros bioestimulantes en base a L-α-aminoácidos, qué refuerzan los tejidos, disminuyendo el potencial osmótico celular y retardando así el efecto dañino del frio. En contra de lo que uno podría pensar, el aporte de nitrógeno orgánico procedente de los aminoácidos es muy bajo en proporción, por lo que su aplicación preventiva en épocas de sensibilidad elevada ayuda a la resistencia del cultivo al frío, en especial en fases de brotación, floración o cuajado de frutos; como antes se ha mencionado.
Finalmente remarcar que dentro de los Métodos directos se encuentran todos aquellos que de un modo artificial podemos controlar las heladas: Métodos de calefacción mediante combustibles, riegos por aspersión, agitación de la atmósfera con molinos, métodos bioquímicos, cubiertas protectoras plásticas, etc. Todos ellos son herramientas con los que el técnico agricultor puede contar para adaptar su explotación a la bajada de temperaturas en aquellas épocas más sensibles.
Fuente: Tratado de fitotecnia general, Pedro Urbano Terrón.